Honor y gloria

Les voy a proponer hoy un ejercicio de memoria. ¿Cuántos nombres de personas que usted conoce es capaz de recordar? El sabio Luis Del Val me contaba, dando un paseo matinal bajo la niebla de Madrid, que no más de 190 y eso con sumo esfuerzo. El dato, añado yo para hacerlo mas creíble, tiene el consiguiente certificado científico o estadístico. No les pido que recuerden tantos nombres. Tan sólo que desde hoy añadan uno a su memoria, David Fernández.

Cuando les diga quién es y a qué se dedica le pondrán otro calificativo bien distinto a los de los nombres que hoy mismo están siendo protagonistas en los medios de comunicación. No está vinculado a tramas de corrupción, ni el juez recibe sus correos que comprometen a la Corona. No tiene cuentas en Suiza. No es desleal con el Estado. No pacta con la Justicia porque no ha robado desde un cargo público. No queda en restaurantes de cinco tenedores. No busca encontrar tratos de favor ni tráfico de influencias. No es un jugador de ventaja y menos de fortuna. Es militar y ha dado la vida por España en Afganistán hace apenas unas horas.

Vuelve a casa en un ataúd envuelto en la bandera española y será enterrado en su tierra vasca junto a la ría de Bilbao. Intentaba desactivar un artefacto explosivo para evitar que otros civiles o militares murieran en una tierra lejana que ni nos va ni nos viene pero donde se libra una guerra mundial contra el terrorismo. Cuando veamos sus fotos, las imágenes de sus compañeros rindiéndole honores, las lágrimas de sus amigos y familiares, cuando nos emocionemos al escuchar que la vida no es el final del camino con la voz partida de militares con espolones en acciones de guerra, respiremos hondo y profundo una bocanada de aire fresco de las cosas que todavía son auténticas en una España a la que unos quieren abrir en canal y otros tenemos que saber defender.

En tiempos de turbulencias, de desconfianza, de desilusión, de problemas individuales y colectivos, hay quien nos da lugar para la esperanza. David Fernández arriesgaba cada día su vida por todos nosotros. Era un militar. Más cerca del héroe que de un hombre de carne y hueso.